6/27/2007

Torero madrugador

En la época de invierno nos rompemos el cerebro, el cerebelo y zonas adyacentes para descifrar el misterio de las goteras. Durante el verano pasamos un período de transición donde ni siquiera vemos el techo, pero cuando comienzan las lluvias nos extasiamos observando la cantidad de chorros y chorritos de agua, que además nos permiten utilizar las ollas que no han tenido ningún uso por mucho tiempo.
Pero no hay nada más sabroso, que en horas de la madrugada le caiga a nuestra humanidad, una sabrosa gotica bien fría de agua de lluvia. Se recuerda, con su respectiva progenitora, cual fue el ultimo maestro de obra que impermeabilizó el techo.
La gota cae sobre nuestra cabeza, como una cruenta tortura medieval, no quedando más remedio que levantarnos y torear las goteras. Al día siguiente, se puede observar en nuestro rostro los rastros de la faena realizada en la madrugada.